Tenemos asumido casi culturalmente que los grandes vendedores, los profesionales que mejor realizan esta actividad son individuos con una capacidad casi ilimitada de persuasión, que son capaces de convencer al comprador de la necesidad de la compra, gente que se rige por ningún método ni norma, y que su único objetivo es la venta de lo que fuera a quien fuere, gentes que con esta capacidad, son admirados como artistas, y a los que se les reconoce don de gentes y capacidad comercial. Sin embargo, al comprador no parece atribuirle capacidades especiales, cualquiera lo puede hacer, con la salvedad de tener una cierta capacidad económica, por supuesto.
Estos dos perfiles inevitablemente coinciden en toda transacción comercial, una actividad tan común como que es la base de nuestra economía, y se da a todos los niveles y escalas desde pequeñas comparas entre particulares a esas grande y complejas transacciones comerciales de las grandes corporaciones, pero en cualquiera de los casos el comparador debe tener un objetivo, NO SER ENGAÑADO POR EL COMPARADOR, es puede parecer un planteamiento un poco simplista, pero más real de lo que cualquiera pueda reconocer, conscientes del valor del dinero, en una comprar no puede haber peor sensación que el no haber obtenido una cantidad de bienes o servicios acorde al valor de nuestro dinero, o viceversa, no hay sensación más placentera que tener la sensación de haber hecho una buena compra.
Esto tengo la oportunidad de comprobarlo cada vez que hay alguna comida en casa de mi suegra, donde estén invitadas sus hijas. Imagino que en la sobremesa cada familia tiene sus costumbres, desde una relajada conversación, hasta una acalorada partida de guiñote, bueno en este caso y en esta casa gusta pasar la sobremesa contando al resto de la familia la ultima y estupenda compra realizada, estableciendo una competición, sobre quien y el que fue capaz de comprar más barato. La ganadora recibe grandes alabanzas por parte de todos, generalmente mi suegra yo creo que la experiencia es un grado, y la perdedora es merecedora de gran descredito.
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