martes, 27 de octubre de 2009

Itil y tal

Existen las leyes de Newton que gobierna la mecánica, existen las leyes de la termodinámica que predicen los comportamientos térmicos o las leyes de Maxwell que nos sirven para crear circuitos o predecir fenómenos magnéticos, pero no hay leyes claras que predigan el comportamiento humano y esto es así cuando pensamos en un individuo, pero la cosa se complica cuando interaccionan varios o un grupo de trabajo, la relación se convierte en muy compleja casi irresoluble, esto genera mucha incertidumbre sobre como impactaran los cambios, y nosotros o nuestro cerebro que huye de lo desconocido tiende a instalarse en situaciones estáticas, mantener los estatus inamovibles, pero claro para mejorar es necesario cambiar, aunque por otra parte cambiar no necesariamente es mejorar, no solo eso sino que si el cambio no va acompañado de la planificación adecuada, la gestión de riesgos y una buena gestión del cambio lo esperable es terminar en una situación poco favorable, con la mitad del grupo desubicado, posiblemente hayamos conseguido algunos objetivos, pero pagando el precio de haber generado problemas que anteriormente no teníamos, lo que la gente de la calle llama, “lo comido por lo servido”.


Cuando un grupo, empresa, corporación, lo que sea alguien llega a la conclusión, es más toma la determinación de que hay que realizar cambios, que hay que hacer la cosas de otra manera seguro que asas alturas es que los cambios son ya muy urgentes, vamos que ya llegan tarde y ese estado de necesidad seguro que no va a ayudar mucho al propio cambio y aquí es cuando las cosas pueden empezar muy mal porque queremos cambiar más rápido, y seguramente peor planificado de lo que es capaz la propia organización, pero en este momento no lo vemos, entre otras cosas porque estamos más preocupados por la propia presión externa que por mirar dentro del grupo y analizar las oportunidades, los riesgos y también las fortalezas y debilidades, y sobre todo porque sea un análisis sosegado y realista, y seguramente necesitas experiencia que te guie en este camino, seguramente recorrer un camino incierto se hace mejor en compañía, esto te debería aportar no solo una mayor visión sobre los peligros del camino, sino la tranquilidad de andarlo acompañado, pero igual que en los caminos ancestrales elegir al compañero ya es un peligro muy grande, quizás el mayor de los peligros, es difícil distinguir entre peregrino o un bandido mientras remontas el puerto de Saint Jean Pied de Port, con un frio que hiela los huesos y con oyendo el aullido de los lobos, quizás te pueda parecer fácil, pero el habito hace al monje, y detrás de una capa se puede esconder de todo, desde el arma del bandido, hasta la ética de alguien que se entiende que es un profesional y se debe a su cliente, pero en el momento de tomar la decisión, esta está llena de incertidumbre, con lo que podemos cometer otro error si no ponemos remedio.

Pero todavía no hemos empezado a andar, y evidentemente aparecen un gran número de problemas para superar, la mayoría ligados con la propia gestión de los recursos humanos, los propios de cada proyecto, por supuesto, pero sobre todo hay un gran fantasma de fondo que es el miedo a fracasar, porque no hay vuelta atrás y porque este tipo de proyectos no tienen segundas oportunidades, seguramente porque no se les permite a los promotores un segundo intento, pero en caso que si se les permita este encuentra una gran dificultad y es que los trabajadores han perdido la motivación, en estos intentos ellos son los que hacen el gran esfuerzo, y en caso de fracaso son los grandes perjudicados, en resumen no se puede fallar y eso es mucha presión, incluso para el mejor jugador de poker, entonces cuando el proyecto se va de las manos, y esto normalmente empieza por la cúpula, o hay un pánico generalizado donde empiezan la petición de responsabilidades cruzadas, hay que defenderse y la mejor defensa es atacar, demostrar que los otros lo hacen peor, y si se puede buscar un “chivo expiatorio” la cosa va bien, en caso contrario solo queda la huida hacia delante, tirar de los maestros para convertir un chapuza, en un caso de éxito, distinguir un caso de éxito de “un caso de éxito” requiere mirar debajo de las alfombras

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